Publicado El:Wednesday, June 1, 2011
Posteado Por MisterDj1
Marilyn Monroe, la tentación de una leyenda viviente
La actriz estadounidense cumpliría hoy 85 años si los barbitúricos y el alcohol no se hubieran entrometido en su camino hace medio siglo.Norma Jean Baker habría cumplido hoy 85 años si 40 pastillas de Nembutal no se hubieran ‘colado’ en su cama el 5 de agosto de 1962. Sería una entrañable abuelita, que prestaría toda la atención que ella necesitó durante su infancia a sus nietos, todo ello sin perder ni un solo milímetro del glamour que marcó la época dorada de Hollywood y que hicieron que Norma se convirtiera en Marilyn.
Aquella triste mañana cuando el sargento de policía, Jack Clemmons, recibió la llamada procedente de la casa de Marilyn Monroe, fue consciente de que había sido testigo de la muerte de una de las mujeres más deseadas del mundo, del nacimiento de un mito.
Y es que Marilyn nunca fue una mujer cualquiera. A pesar de que hace cincuenta años de su muerte, sigue siendo la celebridad más coleccionable del mundo. Relojes, cuadros, bolsos, cualquier objeto que tenga cierto aroma a la actriz rápidamente se convierte en un objeto de deseo. De hecho, hace unas semanas se subastó un vestido que lució en una fiesta en 1958 y alcanzó los 348.000 dólares.
Además, se desmarcó rápido de las actrices de su época. Su sensualidad quedó eternamente plasmada en el número inaugural de la revista Playboy, lo que lanzaría al estrellato, tanto a la propia actriz, que hasta entonces solo había hecho películas de bajo presupuesto, como a la publicación de Hugh Hefner, que en 1972 llegó a vender más de siete millones de ejemplares.
Pero lamentablemente, cuanto más ascendía el personaje de Marilyn, más bajo caía Norma. A mediados de los 50, contrajo matrimonio con el dramaturgo Arthur Miller y tras perder el hijo que esperaban, debido a sus trastornos emocionales y anímicos, se volvió adicta al alcohol y a los barbitúricos. Una etapa que fue alargándose en el tiempo, ya que la salud y el estado emocional de Monroe se fue deteriorando notablemente. Con frecuencia llamaba por teléfono a Ralph Greenson, su psiquiatra y psicoanalista, en las noches para combatir su insomnio.
También visitó a otros médicos cuando él creía que era necesario recetarle nuevos fármacos. Unos fármacos que le llevaron hacia la muerte, aunque las sombras siempre rondarán sobre las causas de su fallecimiento. Sin embargo, lo mejor para despedirse de Marilyn es utilizar las palabras que su segundo marido Joe DiMaggio dijo en su funeral. “No puedo decirle adiós a Marilyn, nunca le gustaba decir adiós. Pero, adoptando su particular manera de cambiar las cosas para así poder enfrentarse a la realidad, diré ‘hasta la vista’. Porque todos visitaremos algún día el país hacia donde ella ha partido”.