En Siria están sufriendo lo que parece ser el uso de armas químicas por parte del gobierno de Al Assad.
A Omar le han robado la infancia. Este pequeño de 13 años vivía con su familia en una zona céntrica de Homs, una de las ciudades más importantes de Siria, cuando 'algo' abrasó su cuerpo y mató a sus padres.
Ese 'algo' era diferente porque "no era una bomba como las demás", cuenta el pequeño. Omar está acostumbrado a las bombas porque en estos dos años de guerra que ha vivido su país ha visto caer cientos en las calles de alrededor. Sabe como suena el silbido previo, el estallido, sabe de las consecuencias de la deflagración y sabe del profundo silencio posterior el impacto... por eso sabe que aquella bomba "no era como las demás".
Porque Omar cuenta que tras la deflagración "todo se volvió de un color amarillo. El aire se llenó de este humo" y este detalle hace sospechar a los expertos que Bachar Al Assad está utilizando gas mostaza o gas sarin en las batallas de las grandes ciudades. Y el caso es que ahora la familia del pequeño ha muerto y Omar tiene la piel hecha jirones, anda encorvado, le cuesta respirar y por lo tanto apenas puede moverse, sufre jaquecas insoportables, diarreas continuas, y el roce de las articulaciones le produce serios dolores.
El joven cuenta a la revista Paris Match, que es quien ha recogido su testimonio, que "me han dicho que perdí el conocimiento debido a la explosión. Desde entonces, no he visto a mis padres. Están desaparecidos: ¿Sabes algo de ellos?". A él todavía no se lo han dicho pero el gas de aquella bomba, sea cual fuera, mató a sus padres sin que en sus cuerpos se encontrara ningún indicio de metralla.
Si aquella bomba diferente a las demás llevaba gas sarin, entonces los padres de Omar no vivieron más de un minuto tras la explosión de la misma. Durante ese minuto, sintieron como su piel se corroía entre importantes espamos y convulsiones. Sintieron como sus pulmones y sus estómagos se iban abrasando. No lo vieron porque sus ojos ya se habían deshecho.
Pero lo más probable, teniendo en cuenta que Omar habla de un color amarillo, es que los padres del pequeño fueran víctimas del gas mostaza. Entonces, sufrieron síntomas como "severas quemaduras químicas en la piel con ampollas y resequedad en la piel, resequedad en las vías respiratorias, irritación, dificultades para respirar, espasmos y la muerte", según los expertos.
No existen pruebas fehacientes de que se hayan usado armas químicas en Siria, al menos eso dicen desde la ONU. Otros, como EEUU e Israel, sospechan que sí que se están lanzando sobre la población pero no pueden probarlo. Y. por último, una decena de ONG que trabajan sobre el terreno y cientos de víctimas como Omar tienen muy claro que Al Assad está lanzando estas bombas.
La diferencia de criterio se debe a que si la ONU reconociese que se están usando estas armas se vería obligada a una intervención directa y eso podría causar, en un efecto dominó, la entrada en la guerra de varios países de la zona con armamento nuclear (Israel, Irán...). Al Assad lo sabe, y por eso fuerza la máquina para intentar acabar con los rebeldes de esta forma.