Hacer pipí más que aliviar una necesidad fisiológica puede generar mucho la energía del futuro
Actualmente habitan el planeta más de 7.000 millones de personas, lo que representa un promedio aproximado de 10.500 millones de litros de orina humana que se producen y que se desperdician cada día.
Es el equivalente a 4.200 piscinas de tamaño olímpico, si alguien las contara. De hecho algunos científicos lo hacen y, si tuvieran la oportunidad, este desecho humano no se desperdiciaría más.
Alrededor de una séptima parte de la población carece de acceso a servicios básicos de electricidad y, ya que la oferta mundial de petróleo disminuye lentamente y el carbón sigue acumulando gases de efecto invernadero, los científicos buscan soluciones para proveer de energía al mundo con prácticas más renovables y sostenibles.
Una de las respuestas podría estar en los métodos que se están desarrollando para generar energía a partir de una fuente tal vez inesperada.
El año pasado, un grupo de investigadores de Bristol Robotics Laboratory en el Reino Unido demostró que podían cargar un teléfono móvil con orina humana.
Su dispositivo utiliza lo que se conoce como celda de combustible biológica o MFC (por sus siglas en inglés), que generó la energía suficiente para que un teléfono inteligente enviara mensajes de texto, navegara por Internet y pudiera realizar llamadas cortas. Silueta de alguien haciendo pipí
Hacer pipí puede generar mucho más que aliviar una necesidad fisiológica, según varios proyectos científicos.
Pero los investigadores creen que en un futuro podrían ayudar a dar electricidad a viviendas, edificios e incluso pueblos enteros que están fuera de las redes eléctricas.
Una celda de combustible biológica es esencialmente un convertidor de energía que utiliza bacterias de la naturaleza para descomponer materia orgánica, y así produce electrones que se convierten en energía.
Es un sistema de autorrenovación, ya que cuantos más desechos comen los microbios, más energía puede generar el sistema y por más tiempo.
Las celdas de combustible biológicas (CCB) son uno de los medios más eficientes de conversión de residuos en energía.