Ötzi el hombre de Hielo que vivió hace 5.300 años Científicos descubrieron que escondía una bacteria que da nuevas pistas sobre la evolución humana
Científicos descubrieron que Ötzi, que vivió hace 5.300 años, escondía una bacteria que da nuevas pistas sobre la evolución humana.
Reconstrucción de Ötzi, el hombre de hielo. / Ochsenreiter - South Tyrol Museum of Archaeology
La congelada barriga de Ötzi, el hombre de hielo encontrado en 1991 en los Alpes italianos y que vivió durante la Edad de Cobre hace unos 5.300 años, acaba de comprobar que el viajero de unos 46 años y ojos cafés sufría los efectos de una hinchazón abdominal a causa de una bacteria que hoy da pistas sobre los posibles movimientos de la población humana.
De acuerdo con un estudio publicado hoy en la revista Science, un grupo de investigadores europeos, estadounidenses y sudafricanos encontró en el estómago y los intestinos de Ötzi una cepa virulenta de Helicobacter pylori, que pudo haberlo indispuesto y dejado indefenso ante la flecha que lo hirió y que le ocasionó la muerte. Falleció desangrado una tarde de otoño, a 3.200 metros de altura.
Al ser el humano el hospedero preferido de esa bacteria, este microorganismo se ha convertido en un testigo de todos sus desplazamientos, de sus migraciones a través de la historia, mientras se adapta a las nuevas condiciones, que han generado mutaciones y diferentes genotipos.
Esta cepa, explicó Yoshan Moodley, profesor del Departamento de Zoología de la universidad sudafricana de Venda, perteneció a una población extinta pero estrechamente relacionada aunque no igual a la que portan actualmente los habitantes del norte de India y de otras partes del sur de Asia. “Esto fue un gran descubrimiento”, dijo, pues demostró que la mezcla 50:50 de cepas bacterianas asiáticas y del noreste de África que ahora portan los europeos tuvo lugar después de la existencia de Ötzi, cuando se produjeron olas masivas de migraciones y un crecimiento significativo de la población.
Descongelar la momia
Obtener muestras del estómago de Ötzi no fue tarea fácil. Se inició cuando científicos del departamento de radiología del Hospital Central de Bolzano, en Italia, lograron un escáner de tomografía computarizada (TC) de la momia, el cual reveló la presencia de este órgano. Si se obtenían muestras sería posible responder preguntas sobre lo que había comido en las últimas horas o conocer los microorganismos que habitaban su organismo.
“El primer reto del proyecto fue obtener estas muestras sin hacerle daño a la momia”, explicó el biólogo y antropólogo Albert Zink, jefe del Instituto de Momias y el Hombre de Hielo en Bolzano. Fue necesario descongelarlo, hacer una incisión en el abdomen y tomar las muestras tanto de la pared del estómago, para evaluar las condiciones del tejido, como del interior del órgano. Con el apoyo del Departamento de Microbiología y Ciencias del Ecosistema de la Universidad de Viena (Austria), tuvieron acceso a su tracto intestinal y, usando sofisticados secuenciadores de ADN, detectaron la bacteria.
Para confirmar que se trataba de ADN antiguo y descartar la posibilidad de que se hubiera contaminado con cepas modernas, tuvieron que desarrollar herramientas de software específicas. En esta etapa del proyecto debieron separar el material genético encontrado como alimento, otros patógenos y bacterias terrestres, lo cual fue como “buscar una aguja en un pajar”, de acuerdo con el bioquímico Thomas Rattei, jefe de la División de Sistemas Computacionales de la universidad austríaca. Así reconstruyeron el genoma de la prehistórica bacteria y hallaron que muy probablemente era la culpable de la inflamación en la mucosa gástrica de Ötzi.
“Se trata del patógeno conocido más antiguo que ha sido secuenciado”, afirmó Moodley, y además promueve un campo científico emergente en el cual quieren incursionar a profundidad: la paleomicrobiología, el estudio de microorganismos antiguos y las enfermedades que causaban en el pasado.
¿Y ahora qué?
“El estudio de la estructura poblacional de la H. pylori nos ayuda a entender la evolución humana”, continuó Moodley. Como esta bacteria existe solamente en el estómago del humano, y dado que su ADN muta más frecuentemente que el de nosotros, es posible tener una idea más clara de las migraciones de la población. El análisis genético de estas cepas ofrece información cada vez más precisa sobre lo que ha sido el mapa de la historia de la geografía del hombre.
A partir de este estudio, Zink le dijo a El Espectador que extenderán la investigación de presencia de H. pylori hacia otras regiones. Ya están en contacto con colegas de América del Sur y del norte de Europa que han estudiado estómagos e intestinos de momias. Han descartado el trabajo con momias egipcias, dado que en el proceso de momificación los antiguos extraían estos órganos de los cuerpos humanos.
A Ötzi nunca se le pasó por la cabeza que 5.300 años después del día que fue asesinado brutalmente por su enemigo en las alturas alpinas, su cuerpo plantearía algunas de las preguntas que desvelan a los científicos del siglo XXI.