Luis Kenton, quien fuera coreógrafo y corista de la orquestas Los Kenton falleció alrededor de las 7:30 de la noche hoy
Luis Kenton, quien fuera coreógrafo y corista de la orquestas Los Kenton, falleció alrededor de las 7:30 de la noche hoy, según informó su hermano Tito, quien se encuentra en Nueva York.
Con voz acongojada el artista confirmó la muerte de su hermano y expresó que el doctor Iglesias, director del Hospital Central de las Fuerzas Armadas le informó que su hermano no pudo resistir una infección urinaria, la cual se le fue a la sangre, por lo que no pudo resistir, debido a que estaba muy débil e hizo un para cardíaco,
Desde hace aproximadamente un mes, Luis Kenton ha estado en cama, casi sin moverse y sin comer, debido a que fue operado de una úlcera. Aún no se tiene la hora del sepelio ni en qué funeraria será velado, pues se está a la espera de la llegada de Tito, quien arribará al país en el primer vuelo de este jueves.
En esa ocasión, su sobrina, Mawhae Kenton, informó que Luis ha estado muy desanimado en los últimos días, pese a que salió bien de la cirugía de la úlcera, pero su estado de ánimo era lo que preocupaba a sus familiares, ya que el artista se niega a comer, porque dicía se sientía la garganta cerrada.
“En este momento Luis esta acostado, pero se siente decaído, estamos esperando a que mañana vayan sus médicos y le hagan un hemograma. Dependiendo de cómo salga lo internaremos de nuevo para ponerle suero y sangre. Él me dijo que si le ponen eso de nuevo se sentiría mejor, porque ahora se siente sin nada de Ánimo”, explicó haces dos semanas su sobrina Mawhae Kenton, quien también es cantante y promueve una salsa
Tanto sus familiares como los médicos trataban de que el artista puediera comer, para que recuperara las fuerzas, ya que hasta el momento era lo más preocupante, porque de la cirugía de la úlcera ya estaba casi recuperandose por completo.
“Él está delicado de salud. Aproximadamente hace un mes fue operada de una ulcera, de hecho él está mejorando de ese problema, pero lo que nos preocupa a todos los que estamos a su alrededor es que no quiere comer. Luis está en casa, atendido por la familia, pero los médicos están lo están visitando periódicamente en su residencia para tratar de curarlo. Él no ingiere alimentos, porque dice que tiene la garganta cerrada”, dijo la joven cuando habló de ese tema.
Precisó que algunos artistas habían ido a visitarle y eso le daba mucho más ánimo, como fueron los casos de Bonny y Richie Cepea, quienes acudieron a su residencia, lo que le hizo mostrar más energía.
Una tragedia que lo dejó paralítico
El sábado 29 de octubre de 1987 Tito, Luis y un amigo, a quien llamaban “Lobo”, se dirigieron como de costumbre a practicar deportes al Centro Olímpico Juan Pablo Duarte.
Los hermanos Kenton iniciaron su rutina a las 10:00 de la mañana y media hora después Luis dio un salto hacia atrás en la cama elástica y al caer de cabeza se fracturó la quinta y la sexta vértebra cervical, produciéndole una cuadriplegía instantánea.
Luis estaba consciente de lo que le había ocurrido en esa caída, por lo que desde el pavimento dio las instrucciones de cómo debían trasladarlo a un centro de salud.
“Yo intenté mover un brazo, pero no pude, se cayó de inmediato y me dije a mí mismo que realmente me había pasado algo muy serio y para que no me provocaran más lesiones al moverme, dirigí mi traslado al Hospital Central de las Fuerzas Armadas, que fue donde me llevaron”, explicó Luis para el libro Merengueros.
Llegaron al Hospital Central de las Fuerzas Armadas pasadas las 11:00 de la mañana y luego fue referido a la clínica Abreu.
Allí le hicieron los exámenes correspondientes y le dieron la infausta noticia: se fracturó la columna vertebral y, por tanto, había quedado paralítico.
En el centro de salud permaneció 25 días. Estuvo al cuidado del doctor Bienvenido Fajardo, y gracias a él en febrero de 1988 logró ser trasladado al Metropolitan Hospital de los Estados Unidos, donde fue intervenido quirúrgicamente para fijarle las vértebras, pero desde entonces Luis quedó postrado en una silla de ruedas.
Por Fausto POlanco