Eros Ramazzotti, "con mucho amor" abarrotó el Auditorio Nacional de la ciudad de México.
“Es difícil cantar en dos idiomas, pero tenemos mucho amor”, dijo ruborizado Eros Ramazzotti, al disculparse con un público entregado que abarrotó el Auditorio Nacional de la ciudad de México, para ver el cierre de la gira “Alas y raíces”.
Tras cinco años de ausencia de nuestro país, el romano saltó al escenario en punto de las 9:10 de la noche. Los primeros acordes fueron “Apuntes y notas”.
Sencillo como siempre, enfundado en jeans, saco verde y playera negra, Eros arrancó alaridos de mujeres y también de hombres (así como lo lee). De hecho, los varones ganaron en el clásico duelo de “quién canta más fuerte”.
Y hay más. Los hombres, enfundados en playeras de la “Juve”, como buscando aún más conexión con su ídolo, se robaron el show. Sentados en las primeras filas del “Coloso de Reforma” improvisaron coreografías y bailes que superaban a los sensuales movimientos de las coristas del autor de “Otra como tú”.
Dos horas de conexión
“Donde hay música”, “Un segundo de paz”, “Estrella gemela”, “Una historia importante”, fueron la primeras melodías que sonaron en la noche, acompañadas de miles de gargantas apasionadas que no se mantuvieron totalmente conectadas durante espacio de dos horas.
¡Guapísimo! ¡Cuero! ¡Cásate conmigo! Fueron algunas de las frases que le llovieron al cantante y apasionado del futbol, que respondió con sonrisas, movimientos de cadera y bailes improvisados. Los fans no podían quejarse. Estaban fascinados. Le celebraron todo. Incluso, pasaron por alto las ocasiones en que le cambió la letra a sus canciones.
La velada siguió su curso con “Fábula” y “Una emoción para siempre”. Sin embargo, las reinas de la noche fueron “Otra como tú” y “Por ti me casaré”. Éstas últimas desbordaron la pasión.
A Eros le bastaron solamente sus canciones para rendir al público que en ocasiones puso en aprietos al personal que resguardaba el escenario cuando se lanzaban para tocarlo y tomarle fotografías.
Con 7 músicos, tres coristas y una pantalla de fondo el italiano bromeó en el escenario, se quedó sin aire, repartió besos y hasta se aventó unas “dominadas” que lo dejaron sin aire.
“La sombra del gigante” se asomaría pasadas las 10 de la noche indicando la recta final del concierto cuyo último bloque incluyó “Cosas de la vida”, “Fuego en el fuego” y finalmente “La cosa más bella”, con la que Ramazzotti puso el punto final para luego presentar a sus músicos visiblemente emocionado y agradecido con el público de quien se despidió con un “los quiero mucho”.
Las anécdotas…
La guerra de revendedores afuera del Auditorio por comprar y vender boletos en medio de la carrera de los fans por la lluvia.
¿Es el más adelante? Era la pregunta común entre las asistentes que buscaban a toda costa ubicarse en buen lugar para ver al cantante.
Luciendo su franqueza, Ramazzotti “balconeó” a una de sus coristas en pleno escenario señalándole que tenía abajo el cierre de su pantalón.
El “mano a mano” con su saxofonista que terminó en la cabeza de uno de los guardias de seguridad
Tras cinco años de ausencia de nuestro país, el romano saltó al escenario en punto de las 9:10 de la noche. Los primeros acordes fueron “Apuntes y notas”.
Sencillo como siempre, enfundado en jeans, saco verde y playera negra, Eros arrancó alaridos de mujeres y también de hombres (así como lo lee). De hecho, los varones ganaron en el clásico duelo de “quién canta más fuerte”.
Y hay más. Los hombres, enfundados en playeras de la “Juve”, como buscando aún más conexión con su ídolo, se robaron el show. Sentados en las primeras filas del “Coloso de Reforma” improvisaron coreografías y bailes que superaban a los sensuales movimientos de las coristas del autor de “Otra como tú”.
Dos horas de conexión
“Donde hay música”, “Un segundo de paz”, “Estrella gemela”, “Una historia importante”, fueron la primeras melodías que sonaron en la noche, acompañadas de miles de gargantas apasionadas que no se mantuvieron totalmente conectadas durante espacio de dos horas.
¡Guapísimo! ¡Cuero! ¡Cásate conmigo! Fueron algunas de las frases que le llovieron al cantante y apasionado del futbol, que respondió con sonrisas, movimientos de cadera y bailes improvisados. Los fans no podían quejarse. Estaban fascinados. Le celebraron todo. Incluso, pasaron por alto las ocasiones en que le cambió la letra a sus canciones.
La velada siguió su curso con “Fábula” y “Una emoción para siempre”. Sin embargo, las reinas de la noche fueron “Otra como tú” y “Por ti me casaré”. Éstas últimas desbordaron la pasión.
A Eros le bastaron solamente sus canciones para rendir al público que en ocasiones puso en aprietos al personal que resguardaba el escenario cuando se lanzaban para tocarlo y tomarle fotografías.
Con 7 músicos, tres coristas y una pantalla de fondo el italiano bromeó en el escenario, se quedó sin aire, repartió besos y hasta se aventó unas “dominadas” que lo dejaron sin aire.
“La sombra del gigante” se asomaría pasadas las 10 de la noche indicando la recta final del concierto cuyo último bloque incluyó “Cosas de la vida”, “Fuego en el fuego” y finalmente “La cosa más bella”, con la que Ramazzotti puso el punto final para luego presentar a sus músicos visiblemente emocionado y agradecido con el público de quien se despidió con un “los quiero mucho”.
Las anécdotas…
La guerra de revendedores afuera del Auditorio por comprar y vender boletos en medio de la carrera de los fans por la lluvia.
¿Es el más adelante? Era la pregunta común entre las asistentes que buscaban a toda costa ubicarse en buen lugar para ver al cantante.
Luciendo su franqueza, Ramazzotti “balconeó” a una de sus coristas en pleno escenario señalándole que tenía abajo el cierre de su pantalón.
El “mano a mano” con su saxofonista que terminó en la cabeza de uno de los guardias de seguridad