Protesta en Ucrania al final de una jornada de batallas callejeras que dejó 18 muertos y cientos de heridos.
KIEV, Ucrania (AP) -- Mientras los manifestantes gritaban "¡Gloria a Ucrania!" y las llamas iluminaban el cielo nocturno, miles de policías antidisturbios con granadas de aturdimiento y cañones de agua arremetieron el martes contra el campamento de protesta instalado en el centro de Kiev, al final de una jornada de batallas callejeras que dejó 18 muertos y cientos de heridos.
La violencia fue la más mortífera en casi tres meses de protestas contra el gobierno que han paralizado la capital de Ucrania, en una lucha por la identidad de la nación.
El líder opositor Vitali Klitschko arengó a los 20.000 manifestantes a defender el campamento en la Plaza de la Independencia, que ha sido el corazón de las protestas, mientras el ruido de las explosiones y los fuegos artificiales ahogaba por momentos sus palabras.
"De aquí no nos iremos a ningún lado", dijo Klitschko a la multitud en la plaza mientras a su alrededor ardían incendios de los que se desprendían enormes columnas de humo. "Esta es una isla de libertad y la defenderemos".
Muchos siguieron su llamado.
"Esto parece una guerra contra el propio pueblo", se lamentó Dimitro Shulko, de 35 años, que se dirigía al campamento con una bomba incendiaria. "Pero nos defenderemos".
Mientras la policía desmantelaba algunas de las barricadas en el perímetro de la plaza e intentaba expulsar a los manifestantes, estos se defendieron armados con piedras, palos y bombas incendiarias. Con el monumento a la independencia de Ucrania como telón de fondo, los manifestantes alimentaron con neumáticos las llamas para crear murallas de fuego que impidieran el avance de la policía. Un gran edificio que los manifestantes habían usado como sede ardió en llamas y varios batallaron para poder salir. Muchos sangraban.
Por medio de altavoces, la policía instó a las mujeres y los niños a salir de la plaza debido a que una operación "antiterrorista" estaba en marcha.
Los manifestantes parecieron percibir que la crisis política de Ucrania estaba llegando a un momento decisivo. Mientras ondeaban banderas gritaban desafiantes "¡Gloria a Ucrania!" y cantaban el himno nacional.
Poco antes de la medianoche, Klitschko se dirigió a la oficina del presidente Víktor Yanukovich para tratar de resolver la crisis, dijo su portavoz. Una hora después, todavía estaba esperando que lo recibieran.
Más temprano, los manifestantes habían atacado las filas de la policía y provocaron incendios afuera del parlamento, al tiempo que acusaron a Yanukovich de hacer, una vez más, caso omiso a sus demandas y retrasar una reforma constitucional para limitar los poderes presidenciales.
Las tensiones se habían disparado después que Rusia dijo el lunes que estaba dispuesta a reanudar los pagos que el gobierno de Yanukovich necesita para mantener a flote la maltrecha economía ucraniana. Esto aumentó los temores entre la oposición de que Yanukovich hubiera hecho un trato con Moscú para mantenerse firme contra los manifestantes y elegir a un escudero favorable a Rusia como nuevo primer ministro.
Las protestas comenzaron a finales de noviembre, después de que Yanukovich dejó de lado un esperado acuerdo con la Unión Europea a cambio de un rescate financiero ruso por 15.000 millones de dólares. Las maniobras políticas continuaron, y tanto Moscú como Occidente se mostraron ansiosos por ganar influencia sobre esta república exsoviética.
Hasta el lunes, el gobierno y la oposición parecían avanzar hacia la solución de la crisis política de manera pacífica. A cambio de la liberación de activistas encarcelados, los manifestantes desalojaron el domingo un edificio del gobierno que habían ocupado desde el 1 de diciembre.
Moscú posiblemente también quería que Kiev mantuviera la calma durante los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi, a fin de no distraer la atención del presidente ruso Vladimir Putin. Pero después del estallido de violencia contra la policía antidisturbios, el gobierno de Yanukovich puede haber sentido que no tenía más remedio que tratar de restaurar el orden.
Aunque Kiev y el oeste de Ucrania se han levantado contra Yanukovich, el mandatario sigue siendo popular en las regiones del este y del sur, donde se habla ruso y los lazos económicos y culturales con Rusia son fuertes.
Al caer la noche, las agencias policiales prometieron imponer orden en las calles y cerraron las estaciones de subterráneo en la capital. En la Plaza de la Independencia, sacerdotes ortodoxos oraron por la paz.
"Vemos que este régimen ha vuelto a disparar contra la gente; desean ahogar Ucrania en sangre. No cederemos ante ninguna provocación", enfatizó el líder opositor Arseni Yatseniuk a los manifestantes. "No retrocederemos un solo paso en esta plaza. No tenemos hacia donde replegarnos. Ucrania nos apoya, el futuro de Ucrania nos respalda".
Los enfrentamientos del martes fueron los primeros en saldarse con muertes desde el 22 de enero, cuando dos manifestantes fueron baleados y otro tuvo una caída mortal.
Los manifestantes furiosos lanzaron piedras a la policía y prendieron fuego a los camiones que les bloqueaban el paso. La policía antidisturbios respondió con granadas aturdidoras y disparó lo que parecían balines metálicos, mientras el humo de los vehículos y neumáticos en llamas invadía las calles de Kiev.
La madrugada del miércoles, autoridades ucranianas dijeron que la violencia dejó un saldo de 18 muertos, entre ellos siete policías que murieron por disparos. Once civiles también fallecieron, tres de ellos baleados. Una portavoz policial dijo que 159 policías resultaron heridos, 39 de ellos por heridas de bala.
El coordinador del equipo de respuesta médica de la oposición, Oleh Musiy, dijo que más de 400 manifestantes resultaron heridos. También afirmó que unos 20 habían muerto, pero esto no se pudo confirmar de forma independiente.
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