Robert Mugabe el longevo líder de Zimbabue presidente que estuviera en tan malas condiciones que ya no fuera capaz de reconocer su imagen
HARARE, Zimbabue,AFRICA.-Robert Mugabe, el longevo líder de Zimbabue, presidió las celebraciones del Día de la Independencia como lo ha hecho durante décadas. Pero a sus 92 años, hizo algo inusual mientras pasaba revista a una formación militar durante la celebración.
Cuando su vehículo se detuvo frente a una fotografía suya, Mugabe hizo una reverencia frente al retrato. Los zimbabuenses quedaron pasmados y se preguntaron si era posible que su presidente estuviera en tan malas condiciones que ya no fuera capaz de reconocer su imagen.
Mugabe, el mandatario de mayor edad del mundo, declaró este año que gobernará Zimbabue “hasta que Dios lo llame”. Su esposa Grace, quien cada vez tiene más poder, juró que su esposo gobernaría desde una silla de ruedas hasta los 100 años.
Pero el final de una era se acerca. Este año Mugabe ha lucido cada vez más débil y la clase gobernante habla en privado de su muerte, lo que ha provocado algunas maniobras precipitadas en los círculos del poder.
El debilitamiento del presidente ha sido evidente para muchos ciudadanos zimbabuenses. Mugabe desafió a Occidente, aplastó sin piedad a sus oponentes y se burló de ellos durante décadas, mientras líderes de otros países sucumbían ante golpes de Estado. Pero actualmente ha sido captado en video mientras se tambalea o cabecea en eventos públicos.
En marzo, cabeceó durante una conferencia de prensa con el primer ministro de Japón. El año pasado, releyó un informe de gobierno de 25 minutos ante el Parlamento, y no pareció percatarse de que ya lo había leído ante el mismo grupo de legisladores un mes antes.
Nadie sabe qué pasará después de su muerte: el longevo gobernante ha estado en el poder desde 1980. ¿Su partido ZANU-PF conservará el control de Zimbabue o las luchas internas lo desbaratarán? ¿Hacia qué lado se inclinarán las fuerzas de seguridad, el principal apoyo de Mugabe?
Al igual que en los últimos días de Mobutu Sese Seko en el Zaire o la Costa de Marfil de Felix Houphouet-Boigny, otras naciones africanas forjadas por líderes autoritarios, el ambiente es muy tenso y está lleno de ansiedad. Las conversaciones incluyen frases como “cuando el viejo nos abandone” o “cuando la naturaleza siga su curso”.
Por primera vez, Mugabe se ha visto obligado a hablar de su mortalidad. Hace poco, en una reunión con los veteranos de guerra del país, se quejó de que las conversaciones sobre su muerte estaban incitando la lucha por la sucesión dentro de su partido.
“No estoy muriendo”, dijo. “Debería darles vergüenza”.
La incertidumbre política es uno de los factores que contribuyeron a la aguda escasez de efectivo que ha sufrido Zimbabue en estas semanas, pues la gente guarda el dinero o lo transfiere fuera del país. Los bancos de Zimbabue, que adoptaron el dólar estadounidense en 2009 para ayudar a detener una crisis económica, tienen tan poco efectivo que decidieron imponer un límite a la cantidad de efectivo que puede retirarse de los cajeros automáticos.
Por más de tres décadas, Mugabe ha demostrado ser un experto en el arte de enemistar facciones contrarias y salir victorioso tras las riñas. Pero hay una pregunta controvertida en medio de la batalla interna en su partido: ¿Mugabe está en condiciones de completar su periodo y postularse para la reelección en 2018?
Dos facciones de su partido se enfrentan con mucha agresividad. Los integrantes del Team Lacoste —la facción que dirige Emmerson Mnangagwa, el vicepresidente apodado el Cocodrilo— argumentan que deberían dejar descansar al presidente. Afirman que bajo su mandato no es posible realizar las reformas políticas y económicas necesarias.
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Robert Mugabe sostiene que todavía está en condiciones de gobernar. Credit Tsvangirayi Mukwazhi/Associated Press
Quienes están asociados con la facción G40 (Generación 40) —llamada así porque sus líderes son jóvenes— aducen que Mugabe sigue al mando y debería postularse en 2018. Grace, esposa de Mugabe y líder del grupo, declaró que llevaría a su esposo al trabajo en una carretilla si era necesario.
Grace Mugabe, de 50 años, se convirtió en la segunda esposa del presidente en 1996 y hasta hace dos años había llamado la atención por su participación en obras de caridad y su extravagante estilo de vida.
Pero fue elegida como directora del ala femenina del partido, por lo que obtuvo un escaño en el Politburó y comenzó a participar en la toma de decisiones hasta asumir un papel central en la batalla por la sucesión.
Una de sus primeras acciones fue organizar reuniones en las que atacó a Joice Mujuru, quien durante mucho tiempo fue vicepresidenta y era considerada como la sucesora de Mugabe. La primera dama acusó a Mujuru de corrupción y brujería, además de señalar que usaba minifaldas y elucubraba planes para deshacerse del presidente.
Mujuru perdió la vicepresidencia y fue expulsada del partido. Hace poco anunció que se postularía contra Mugabe en 2018 en calidad de líder de su nuevo partido, Zimbabwe People First.
Ahora, los críticos de Grace Mugabe afirman que intenta eliminar al vicepresidente Mnangagwa, quien antes era su aliado y ascendió durante año el pasado hasta convertirse en el candidato con más probabilidades de suceder a Mugabe.
En enero, mientras Mugabe y su familia tomaban sus vacaciones anuales fuera del país, corrieron rumores de que había muerto en el extranjero. Un par de meses más tarde, después de que el mandatario canceló una visita a la India y el gobierno se negó a divulgar dónde se encontraba, algunos periodistas del país supieron que estaba en Singapur, donde Mugabe últimamente ha recibido atención médica.
George Charamba, vocero del presidente, no hizo comentario alguno acerca de la reverencia que hizo el presidente frente a su propio retrato. En una entrevista televisiva con motivo de su cumpleaños 92, Mugabe habló muy bajo, algunas veces con vacilación, y al final se desplomó sobre su silla.
Sus ojos, que hace unos años lucían llenos de vigor durante las entrevistas, apenas podían verse detrás de sus anchos anteojos. “¿Ejercicio matutino?”, dijo Mugabe. “Sí, por supuesto, para mantenerme vivo. Para mantenerme vivo y también poder resucitar cuando digan que estoy muerto”.
El entrevistador miró al piso con una sonrisa nerviosa. El presidente prosiguió. “Se requiere mucho esfuerzo”, comentó. “Cada enero, debo preparar el ejercicio necesario para la resurrección porque sé que mi destino es la muerte. Cada enero. Así que ahora soy un muerto viviente”.
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