Madrid, 14 ene (EFE).- Cristiano Ronaldo ve premiada con la conquista de su segundo 'Balón de Oro' su continua progresión, la de un futbolista insaciable que logró un nuevo récord personal de goles en 2013 (69) y es líder del Real Madrid y referente de la selección portuguesa.
Considerado junto al recientemente desaparecido Eusébio da Silva Ferreira como el futbolista más importante de la historia de Portugal, Cristiano Ronaldo no tiene techo en el Real Madrid, en el que aterrizó tras ganar todo con el Manchester United. Cumplía un sueño de infancia y ya es leyenda viva del madridismo.
Nacido en la isla de Madeira el 5 de febrero de 1985 en un entorno muy humilde, la vida de Cristiano es la de un niño nacido para triunfar en el mundo del fútbol, con unas condiciones innatas. Pero es un jugador que se ha hecho a sí mismo con su profesionalidad y pasión por el entrenamiento.
Nunca es suficiente para Ronaldo, un ejemplo para todos sus compañeros en la entrega diaria en cada entrenamiento y el trabajo extra que completa sumado a una cuidada alimentación y más horas de descanso.
Cristiano comenzó a experimentar con el fútbol profesional con tan solo 17 años. Su talento en el Nacional no pasó inadvertido para el Sporting de Lisboa, que lo fichó tras superar una exigente prueba de tres días. Era el primer reto superado de una larga lista que se marca él mismo. Insaciable, siempre quiere más.
Se trasladó a la capital portuguesa para comenzar a escribir su leyenda siendo un niño, asesorado por tutores que le orientaban en sus estudios, psicólogos que le ayudaban en su etapa de adolescencia y médicos que vigilaban su crecimiento físico.
En octubre de 2001, sin ser aún mayor de edad, fue titular por primera vez en la Superliga portuguesa dejando una gran sensación. Era su primera temporada en la elite y ya saboreaba el éxito. Fue campeón de la competición portuguesa en el curso 2001-2002.
Pasó de ser referente del Sporting de Lisboa, cuna de Luis Figo o de Joao Pinto, a fichar por el Manchester United, una operación en la que mucho tuvo que ver el irlandés Roy Keane, por entonces capitán de los 'diablos rojos'. Equipos como el Juventus italiano le deseaban, pero su destino fue Inglaterra, donde Sir Alex Ferguson se convirtió en su padre deportivo.
Fascinado por su velocidad en la inauguración del estadio José Alvalade para la Eurocopa de 2004, Ferguson dio la orden de fichar a ese joven jugador que se marchaba de todos sus rivales. Por 17,5 millones de euros el Manchester United encontró al sustituto de David Beckham. El icono del equipo ponía rumbo al Real Madrid, pero Old Trafford pasó a admirar a un nuevo héroe.